Perdonar o no perdona, esa es la cuestión
Coge una lista y anota en una parte situaciones en las que te han herido y has perdonado y, en otro lado, acontecimientos o palabras que nos has sido capaz de perdonar. ¿En qué parte de la lista está el mayor peso? ¿qué dice ese resultado sobre ti?
El hecho de perdonar encierra un gran poder liberador en sí mismo pero no siempre sabemos ni encontramos un atajo fácil ni rápido de cómo hacerlo. Especialmente, cuando hemos de perdonar a seres queridos donde el hecho de perdonar se convierte en una tarea aún más ardua.
Perdonar o no perdonar atenta, directamente, sobre nuestras emociones. Perdonar desata unas y vivir en el rencor otras muy distintas. Si nos dejamos vencer por el odio favorecemos la venganza. Y, frente a un instante de satisfacción después nos llega el sentimiento de culpa que nos hace víctimas y nos encadena a nuestras acciones o palabras derivadas de la rabia.
Cuando han atacado a nuestros sentimientos experimentamos dolor y evaluamos los daños que hemos recibido. Pero ¿cómo nos manejamos con el sufrimiento que aparece después? El dolor no puedo evitarlo, brota, pero sí puedo elegir si quiero sufrir o, una vez, atravesado el dolor, permito el paso a un nuevo estado de ánimo más beneficioso para mí.
¿Qué sucedería si, en lugar de vivir en el resentimiento elijo comunicar a la otra persona el daño que me ha causado? Sacar ese dolor, compartirlo con el otro nos ayuda a y nos ofrece la posibilidad de confrontar y conversar sobre el daño causado. Incluso en el caso de que los involucrados en una situación determinada tengan que tomar caminos distintos lograremos cerrar el círculo del dolor gracias al perdón y daremos paso a una nueva realidad y a un sentimiento de paz.
Si yo me desprendo estoy activando la empatía, pues perdonando al otro también me libero y me perdono a mí mismo.
Además de reclamar perdón, también yo puedo ofrecerlo si he sido el causante del dolor en otra persona. Pero, eso sí, el perdón debe ser pronunciado y emanar desde la autenticidad. Dejar que el tiempo borre el dolor o facilite el olvido no causa el mismo efecto, pues, aunque de forma consciente no lo tengamos presente en nuestro interior sigue habitando el resentimiento.
¿Te atreves a probar y mejorar tu capacidad de perdón? Pónlo en práctica y, después de unas semanas vuelve a hacer otra lista y compárala con la que has hecho hoy. De esta manera, comprobarás dónde estabas y hasta dónde has llegado.
“El perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la tierra. Es dos veces bendito: bendice al que lo da y al que lo recibe” William Shakespeare
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¡Esperando que os haya gustado el artículo me despido hasta el mes que viene!
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